Los hay de todos los tamaños, formas y colores, pero con una característica común: nos ayudan a producir oxígeno y fijar carbono, un regalo de la naturaleza frente a los crecientes problemas ambientales de nuestro planeta, incluyendo al efecto invernadero.
Los arboles han sido testigos incondicionales de nuestra cultura e historia. Entre ellos, cabe destacar la Ceiba de San Francisco, en medio de la avenida Universidad, frente a la iglesia del mismo nombre; el Samán de Catuche, cerca del Panteón Nacional, que cobijo a Andrés Bello en sus años estudiantiles; y el famoso Samán de Güere, el más conocido de todos, bajo cuya sombra bailaban nuestros indígenas, clamando por la lluvia en los tiempos de sequía y que sirvió de inspiración a cientos de hombres y mujeres que han jurado paz y libertad para nuestro pueblo por varias décadas.
Pese a ello, muchos árboles son podados en forma severa, clavados como si se tratara de paredes listas para anunciar productos, pintados y que para adornar el paisaje y hasta cortados impunemente, “porque impiden el desarrollo de una obra o infraestructura”. Si nos detuviéramos a conocer los múltiples beneficios que nos brindan los árboles, quizá detendríamos nuestras agresiones y fomentaríamos su desarrollo y conservación.
Si cada uno de los habitantes de este país nos comprometiéramos a plantar un árbol cerca de nuestras casas, escuelas o lugares de trabajo, comprometiéndonos· a velar por su cuidado y conservación, estaríamos garantizando al menos 20 millones de nuevos árboles que tanta falta le hace a nuestro país. Pero eso si, en los lugares apropiados y con las especies adecuadas.
El valor de los árboles
- Absorben el dióxido de carbono, que es transformado en sustancias nutritivas para la misma planta y el resto de los seres vivos.
- Liberan oxígeno como parte de la fotosíntesis.
- Con el crecimiento de sus raíces, airean la tierra.
- Purifican el aire y reducen el calentamiento de la tierra.
- Desempeñan una función vital en la regulación de los ciclos climáticos e hidrológicos.
- Sirven de alimento y refugio a decenas de seres vivos, incluyendo a los seres humanos.
- Fuente de madera para la construcción.
- Dependiendo de la especie, proveen frutas, caucho, corcho, tinturas, fibras, aceites y medicamentos.
- El látex se utiliza para fabricar neumáticos, tubos, prendas de vestir, goma y cola.
- Símbolo de culturas y civilizaciones
- Atractivo para el turismo y la recreación.
- Proveen sombra en lugares de alta exposición solar.
EL ARAGUANEY
Esta impresionante planta de la familia de las Bignoneaceas, ha sido decretada como el árbol emblemático de Venezuela. Es conocido con los nombres de Acapro, Curarí, Araguán o Cañada, Flor Amarilla y Puy. Su nombre científico es Tabebuia chrysantha. Tabebuia es de origen indígena (Caribe) y describe a varias especies del Genero Tabebuia, del cual chrisantha es la especie emblema, vocablo proveniente del griego que significa “voz de oro”. Así, el Araguaney es la “voz de oro” que representa la flora venezolana.
En los primeros meses del año, cuando la naturaleza del suelo venezolano toma aspecto de la calcinación por la fuerza de los rayos solares y la ausencia de las lluvias, el Araguaney irrumpe en apretados y áureos ramos florales al final de sus desnudas ramas, por esta razón, Rómulo Gallegos llamó a los primeros meses del año “la primavera de oro de los araguaneyes”. Con esta hermosa frase identificaba la llegada de la primavera en los llanos y sabanas de Venezuela. Y es que, en el período de la floración todo el campo, todos los caminos, toda la geografía patria parece rendir pleitesía a la belleza de este árbol que luce en el bosque, a lo largo de nuestros caminos, en el interior de nuestras viviendas, como una diadema.de oro. Es que el Araguaney se hizo emblema del pueblo venezolano.
El Araguaney es un árbol autóctono y su altura oscila entre 6 y 12 metros. Su tronco es recto, cilíndrico y de unos 60 centímetros de diámetro. La floración se presenta durante los meses de febrero a abril, cuando está totalmente desprovisto de hojas. Las semillas están maduras al comenzar las lluvias, lo que permite la germinación en un gran número de semillas. Puede crecer derecho o torcido, en bosques de ambientes secos, en bordes de sabanas, valles o lomas áridas, hasta alturas de 1.200 metros.
Es un árbol de madera dura, compacta, de peso específico entre 1,25 y 1,50. Esta entre las más duras del trópico americano, ya que si se lanza al agua un pedazo, este se hunde como una roca. Se ha usado para postes y también como durmientes para los rieles de los ferrocarriles. Se distingue por una floración masiva, que se presenta fulgurante luego de botar sus hojas por la sequía.
La floración se presenta durante los meses de febrero a abril, cuando está totalmente desprovisto de hojas. Todos los individuos del área florecen sincronizadamente, unos cuatro días después de una de las escasas lluvias que nos sorprenden en medio de la sequía. La floración masiva es muy atractiva para las distintas abejas que las polinizan y para los tucusitos y otros pájaros que le roban el néctar. Las semillas están maduras al comenzar las lluvias, lo que permite la germinación en un gran número de semillas.
El 29 de mayo de 1948, en resolución conjunta de los ministros de Agricultura y Cría y Educación se declaró oficialmente el Araguaney como árbol Nacional ·de Venezuela, en tributo a su extraordinaria hermosura. Por haberse decretado el 29 de mayo al Araguaney “Árbol Nacional” se tuvo este día como el “Día del Árbol”, pero existe una resolución del Ministerio de Educación del 19 de mayo de 1951 en que dispone celebrar la Semana del Árbol, tomando como Día del Árbol el último domingo del mes de mayo.
Originalmente, la Fiesta del Árbo1 se celebraba con carácter de obligatoriedad en todas las escuelas del país, el 23 de mayo, de acuerdo con el decreto de Cipriano Castro, de 10 de abril de 1905. En 1909 se traslado la fecha al 15 de mayo. Finalmente, por razones prácticas, se estableció el último domingo del mes de mayo.



